Análisis. Elecciones en un país estremecido por la muertePor Joaquín Morales Solá
Fue un espectáculo inhumano y cruel. Sucedió en las vísperas de las elecciones presidenciales y significó el derrumbe de varios paradigmas del kirchnerismo. Uno de ellos consistía en que no se debe hablar de la inseguridad para no estigmatizar a la supuesta delincuencia que impulsa la crisis económica. Dicen que tampoco se debe debatir sobre el tráfico y consumo de drogas en un país estragado por los negocios y las adicciones de sustancias ilícitas. Y que, por el contrario, se debe reivindicar la violencia armada de los años 70. Confundir lo correcto con lo incorrecto o leer al revés las lecciones de la historia condenó a los argentinos a vivir en un mundo donde fueron posibles seis muertes violentas en apenas tres días, entre el miércoles y el viernes últimos. El país ingresó de pronto en una potencial guerra civil, sobre todo en Rosario y en el conurbano bonaerense, aun cuando el mismo clima se vive en cada uno de los conurbanos que rodean a todas las capitales provinciales. Hay más supersticiones con pésimos resultados. ¿Ejemplo? El kirchnerismo gobernó 16 de los últimos 20 años; desde el 25 de mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, la dirigencia gobernante convirtió a las fuerzas de seguridad en un enemigo del que debe desconfiarse y al que es mejor reducir hasta la inexistencia. Las consecuencias son tangibles.